FASCISMO Y ANTIFASCISMO EN EUROPA



Cincuenta años después de la derrota de Adolf Hitler a manos de las mujeres y los hombres que lucharon en la resistencia y en las filas de los ejércitos aliados, las ideologías de corte fascista y nacionalsocialista dejan de nuevo correr su túfido aliento en gran parte del mundo.

La caída del muro de Berlín, la crisis de los sistemas democráticos y de la mal llamada «sociedad del bienestar» han sido y son comida, merienda y cena para el engorde de partidos, asociaciones, sindicatos, empresas,... que trabajan en pro de giros radicales a la derecha o bien apuestan por la renovación del clásico mensaje nacionalsocialista, ahora teñido de tintes europeístas.

La situación de crisis global en Europa ha propiciado a su vez el auge global de estas posturas, aliadas bajo un proyecto común. La colaboración y el trabajo a nivel internacional de los grupos más significativos ha tenido, a nivel estatal, sus frutos. Así, por ejemplo, la hasta el momento no conseguida unificación de la ultra derecha española ha sido posible gracias a la colaboración y el empeño de grupos como el Front National francés de Jean Marie Le Pen, remitente de gran parte de los fondos económicos de las organizaciones fascistas españolas. Nunca la ultraderecha española y los grupos de corte nacionalsocialista (nacionalsindicalistas, nacionalbolcheviques,...) habían gozado de tan buena salud. Por otra parte, las fuentes de financiación de estos grupos se están consolidando gracias al patronato que ejercen sus militantes en un número significativo de empresas y a las ya mencionadas colaboraciones internacionales (Francia, Estados Unidos, Sudáfrica,...).

Su estrategia a nivel político es clara y posible de llevar a cabo (se dieron cuenta de que Franco no va a resucitar).Un vez lograda cierta cohesión interna y posicionarse en diferentes frentes (partidos democráticos, medios de comunicación, asociaciones, etc.) están pasando a trabajar el mensaje antisistema y de renovación. Su estrategia de ascenso al poder político pasa por las siguientes hipotéticas fases:

a) Caída del gobierno de González y entrada de los populares de Aznar (fase consumada).

b) Agudización de la crisis política, económica y social.

c) Caída del gobierno de Aznar y radicalización a la derecha.

d) Desaparición de la forma de estado para sustituirla, bien por una monarquía unida a un modelo de corte fascista (modelo italiano de Mussolini), o bien por un modelo enteramente fascista (modelo alemán de Hitler).

La estimación en el porcentaje de votos que barajan estos grupos en su primera presentación a unas elecciones generales ronda entre el 15% y 20% del electorado, lo que nos da una clara idea de las temibles pretensiones de las organizaciones fascistas y neonazis españolas. Ni el FN de Jean Marie Le Pen obtuvo tan óptimos resultados en las pasadas elecciones presidenciales en Francia.

El papel del movimiento skin-head (bone-head) dentro de este croquis es insignificante e intranscendente. Los bone-head no están incluidos en ninguno de los puntos programáticos de estas organizaciones, todo lo contrario. Las organizaciones fascistas y neonazis españolas detestan, en su gran mayoría, la presencia de estos grupos en el seno de sus ordenaciones, y los detestan por que éstos no son ni mucho menos paradigma de la seriedad y de la moralidad que sus organizaciones intentan divulgar. Por otra parte, son utilizados como la imagen más indigesta de la corriente anti-sistema que intentan pregonar.

Desde el movimiento antifascista caemos continuamente en el gazapo de estimar que el auge de los movimientos fascistas o neonazis pasa por la violencia de las organizaciones bone-heads. Indudablemente, no podemos abstraernos de la violencia de estos grupos, principalmente porque en ocasiones la padecemos y naturalmente porque son utensilios del fascismo y del capital, pero no podemos caer en el juego que desde el poder nos proponen y del cual las auténticas organizaciones fascistas y neonazis se aprovechan. Desde nuestro colectivo creemos que la lucha contra el fascismo no pasa exclusivamente por el «bone-head bueno, bone-head muerto», ni mucho menos, y hasta que no evaluemos la cuestión tal como es no avanzaremos en nuestra lucha. Creemos que la problemática del movimiento bone-head obedece más a una cuestión social que a movimiento organizado con pretensiones políticas de futuro con un potencial substancial, y es desde esta reflexión desde donde creemos que debe abordarse el problema. Es evidente que dentro de los círculos bone-head existen grupos bien organizados tanto en acción política como en lo concerniente a la acción violenta, pero su dimensión en el conjunto de todo el movimiento es mínima, lo que no quiere decir que no sea un reto de la lucha antifascista el combatir estos movimientos organizados.

Es la hora de pasar a la acción, no entendiéndose ésta como la «herramienta libertadora» de las noches de fin de semana, sino como una lucha conocedora e investigadora de los problemas y verdaderamente eficaz en las respuestas a dar. Colectivo anti-fascista y anti-racista

«Al Enemigo Ni Agua»